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La necesidad de construir va inevitablemente pegada al ser humano. No existe época en la historia de la humanidad donde el hombre no haya sentido la necesidad de un refugio, una cabaña o un lugar para “acomodarse”.
En los últimos años mi trabajo explora la relación entre los materiales, el espacio, el soporte y el color, en el que revisando los principios estéticos de la Bauhaus, va evolucionando desde referentes esenciales en la construcción-deconstrucción-destrucción, como Gordon Matta-Clark o Imi Knoebel. Voy construyendo una desarquitectura, concibiendo espacios que nos hacen reflexionar sobre la “ciudad”, una ciudad con espacios en constante renovación urbana. Con este juego de deconstrucción de la pintura, intento articular y definir lugares o espacios, como un cartógrafo de los extrarradios, de los espacios deshabitados. En estos trabajos existe una constante mirada a la evolución de una línea geométrica que arranca en Mondrian o Malévich y pasa por Palazuelo o Sarah Morris. Desde estas fuentes la materia ocupa cada vez más espacio tanto en pintura como en escultura, y, desde la memoria, que sirve de génesis para mi trabajo, y desde la búsqueda de infinidad de materiales propios de industria de la construcción (cualquier material es susceptible de ser utilizado para la realización de un refugio), investigo vías nuevas para una obra en la que arquitectura, recuerdo y fugacidad se convierten en protagonistas yendo más allá de la estética de lo visual, de la pura materialidad.
Los ensamblajes y esculturas son fruto de la recopilación toda clase de materiales, desde chapas onduladas hasta cartones y maderas reutilizadas, intentando que se acoplen perfectamente para darles otra función diferente para la que han sido fabricados y donde el azar intencionado es parte constructora de la obra.